domingo, 4 de diciembre de 2011

Civilizaciones cerradas

Denisse Gotlib

 

Los habitantes de Surém sabían muy bien que los gatos negros son eternos: cuando uno los mira a los ojos, se abre un infinito abismo que sólo se cierra con el parpadear del animal.

Por lo general, procuraban no interactuar con ellos. Los niños, a base de zarandeadas de las madres y sermones de las abuelas lo aprendían desde pequeños; sólo alguien eterno puede tocar la eternidad sin que le duela, repetían las ancianas a sus nietos mientras entrelazaban el bejuco. El hombre Ikal puede tocarlos, señora, contestó en una ocasión uno de los niños a su abuela, ¿sí Tosali?, tal vez por eso es que grita por las noches, ¿porque le duele?, no querido, porque es eterno.

Hace siglos que Tosali y su abuela murieron. El hombre todavía recorre por las noches la plaza central, línea a línea, surcando la piedra que ya no sabe de otros pies. Las fachadas ennegrecidas que circundan la explanada son fantasmas que se mueven al ritmo del viento.

El cuerpo de Ikal hace movimientos desarticulados que recuerdan a lo que alguna vez fue un baile y los ecos de sus gritos rompen el silencio absoluto del vacío. Cuando se serena, de su boca amarilla y marchita se emite un rumor descompuesto que dice algo sobre el tiempo.

Los gatos se miran unos a otros, abriendo infinitos abismos y se compadecen, pues son muy sensibles, del infeliz condenado. Saben que los hombres no están hechos para ser eternos. No entienden del todo cómo pudo suceder algo así, pero imaginan que hace mucho tiempo, en algún pueblo gobernado por dioses fastidiados, un gato negro murió.

jueves, 13 de octubre de 2011

Ayer teñí de color sangre mis sueños.

 

“Mi madre acostumbraba a decir:

´Guárdate de los señalados de Dios´”[1]

La angustia de vivir dentro de un monstruo que con sus decenas de rostros mira indiferente. Un chico nos cuenta, con palabras simples y frases profundas, la historia de su intento por sobrevivir en una ciudad de principios del siglo XX. Las ciudades, que se construyeron con la promesa de ser el lugar para vivir mejor. El lugar de vanguardia. El hogar del humano (el hogar natural del humano) (porque el humano debe vivir en un lugar digno de él). Ésa promesa de bienestar, es la misma que margina, entendió Silvio. Porque en esa ciudad, no todos nacemos, ni crecemos, ni vivimos, igual. “Tras de esas puertas había dinero, los dueños de esos comercios dormirían tranquilamente en sus lujosos dormitorios, y yo, como un perro, andaba a la ventura por la ciudad”[2] Silvio se convierte en un señalado de Dios, ¿o nació señalado? Un ladrón es Silvio Astier. Los ladrones también comen, ¡cínicos!

Los trabajos y los días. Porque el trabajo es el destino universal del hombre. “Tenés que trabajar, ¿entendés?” “¿De qué…? [mamá] A ver, ¿de qué?” [3] No importa de qué, ni cómo, ni para quién, ni con quién, Silvio, entiéndelo. Importa que trabajes, porque aquí todos trabajamos para comer pues, para sobrevivir. “Decime, Rengo, ¿tiene sentido esta vida? Trabajamos para comer y comemos para trabajar.”[4]

El profundo dolor de entender, a los 16 años, que no todos los cuerpos valen lo mismo. A Silvio Astier la ciudad se le cae encima. No, no se le cae encima. Más bien se le va acercando desde todos los ángulos posibles hasta asfixiarle el cuerpo, hasta convertirlo en nada.

El juguete rabioso, escrita hace casi cien años, nos recuerda, que la miseria que vemos hoy en las ciudades, no es novedosa. Que las ciudades mismas nacieron marginando. La creación de estas grandes urbes está sustentada en un sistema que impide el bienestar de todo el tejido social. Los monumentos a la modernidad son sólo un museo vivo que muestra sus carencias y su fracaso.

"Y fregué el piso, pidiendo permiso a deliciosas doncellas para poder pasar el trapo en el lugar que ellas ocupaban con sus piececitos, y fui a la compra con una cesta enorme, hice recados... Posiblemente, si me hubieran escupido a la cara, me limpiara tranquilo con el revés de la mano."[5]

Judas Iscariote. Judas traiciona a la humanidad. La humanidad había traicionado a Silvio. ¿A mano?

Tal vez Silvio necesitaba de traicionar a Rengo. Se encontraba en él. “Los marginados”, como si fueran un grupo que se pudiese acomodar en dos palabras. No poder más con la existencia. Silvio se delata a sí mismo.


[1] Roberto Arlt, El juguete rabioso, México, Axial, 2008, p. 15

[2] Ibídem, p. 98

[3] Ibídem, p. 47

[4] Ibídem p. 124

[5] Ibídem p. 72

La promesa de Petrus.

 

Lo traicionero de las promesas es que puede ser que uno crea en ellas. Que se cuente con su realización para seguir adelante, y de ser una mera convención para facilitar despedidas o regresos, se piense en ellas como un hecho confiable, seguro o peor aún, se tenga noticia de su falsedad y aun así, se les elija como justificación para seguir haciendo lo que siempre se ha hecho y nunca ha funcionado.

Parecería que en Puerto Astillero y en Santa María se detuvo el tiempo. Los personajes son fantasmas de carne y hueso, que se mueven pero no realizan acciones, como si hubieran olvidado esa capacidad humana: "su viaje sólo era una pausa sin sentido, un acto vacío"[1]. El astillero, “el edificio gris, cúbico, excesivo en el paisaje llano, las letras enormes, carcomidas, que apenas susurraban, como un gigante afónico”[2] se vuelve una figura trascendental, pues como los personajes, es un símbolo de la promesa fallida de modernidad. Un sueño que hablaba de “desaparecer la barbarie endémica de América Latina”, de formar estados nacionales que progresaran, consolidando las ciudades modernas, la industria que arrojara montones de dinero y bienes.

Onetti nos habla desde cualquier lugar, pero de uno que parece el corazón de Uruguay, desde cualquier persona y a la vez desde todas. Quizás un gran indicador de “modernidad” en Latinoamérica no sean sus ciudades, sino sus pueblos, ¿cómo se vive fuera de las grandes orbes latinoamericanas? La sensación de desencanto, fragmentación, incomprensión, fracaso, se convierten en el común denominador. Hombres que comen promesas que saben que no se cumplirán. Hombres que diario van a trabajar, aunque sepan que lo hacen en una fábrica hundida, oxidada; se sientan en escritorios apolillados y archivan documentos inservibles. Humillación es que una persona tenga que discutir un sueldo que nunca cobrará. Cinco, seis mil pesos, cien mil millones… cualquier cosa, ninguna. Sólo la fantasía de que existe, “calles de tierra o barro, sin huellas de vehículos, fragmentadas por las promesas de luz de las flameantes columnas de alumbrado”[3] Promesas. Faros para alumbrar autos que no existen. Astillero para construir y reparar promesas. Onetti le intenta explicar a Uruguay, con angustia, que su modernidad no llegó y que los uruguayos la siguieron contemplando, esperando.

“El cielo había terminado de nublarse y el aire estaba quieto, augural”[4] La quietud del camino que no lleva a ningún lado es básica en la estética que Onetti dibuja en El Astillero. La sensación de que no pasa nada, las frases largas y laberínticas, la confusión temporal nos transportan a un mundo que nos es bien conocido. A la rutina de un no lugar muy familiar, a la sensación de haber llegado tarde y de no poder alcanzar el tren. La “modernidad” o al menos la modernidad a la que se aspiraba hace un siglo, nos queda lejos.

Un Larsen morirá de pulmonía, o del cansancio de ser un fantasma con vida y un Petrus buscará otro gerente general "como si los eligiera o los encargara siempre distintos, con la esperanza de encontrar algún día alguno diferente a todos los hombres, alguno que hasta engorde con el desencanto y el hambre y no se vaya nunca"[5] Posiblemente les contará su promesa, la promesa de la riqueza milagrosa y tal vez ellos sabrán de su falsedad, pero la creerán resignados y trabajarán en el Astillero. Para ahora sí consolidar la modernidad latinoamericana, por supuesto…


[1] Juan Carlos Onetti, El Astillero, Ed. Oveja Negra, Colombia, 1984, p. 378

[2] Ibídem, p. 215

[3] Ibídem, p. 245

[4] Ibídem, p. 215

[5] Ibídem, p. 288

jueves, 7 de julio de 2011

Pininos criticones.

Sobre el Rock n’ Roll y otras minucias

I'm full of dust and guitars

Syd Barret

 

El siglo XX fue ensordecedor: los inventos de la radio, la televisión y el teléfono sirvieron para comunicar la historia de más de 70 millones de muertos y el incalculable sufrimiento que las guerras mundiales, de Corea, de Vietnam, revoluciones rusa, cubana y un buen número más, provocaron. Dentro de ese mundo, polarizado por la Guerra Fría, y del que nos separan tan sólo unos años, se desarrolla la puesta en escena Rock n’ Roll, original de Tom Stoppard, traducida y adaptada por Alfredo Michel y dirigida por Alfonso Ruizpalacios, que se presentó en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario de la UNAM durante la temporada Enero-Junio del 2011.

Definir qué es exactamente lo que sucede y plantea Rock n’ Roll, puede resultar una tarea agotadora, pues es un proyecto ambicioso. Entre Historia, coreografías, dilemas filosóficos, proyecciones, poesía, viajes y por supuesto, música de primera calidad, transcurren casi tres horas de explosión que mantienen atento y emocionado al espectador.

La historia comienza cuando Jan regresa a su natal Checoslovaquia en 1968, durante la invasión de los tanques rusos, tras haber sido enviado meses atrás a estudiar a Cambridge donde fue tutelado por Max, un ferviente comunista inglés.

Sin duda, ésta obra representa un delicioso reto intelectual para el auditorio, que ha de procurar no perderse ni un solo detalle de las apasionadas discusiones de Jan, Max y su esposa Eleonor, que muchas veces van más allá de sistemas político-económicos al buscar volver a preguntas esenciales como ¿qué nos hace humanos?, si existe el alma humana o ¿cuál es el balance entre el individuo y la sociedad?

La trama crece y se entrelaza con la participación de personajes como Esme, hija de Max y Eleonor; Vratislav Brabenec, miembro de The Plastic People of the Universe; Milan, oficial de policía que interroga y hostiga a Jan; Lenka, brillante estudiante que se enamora de Max; Alice, hija de Esme; y Stephen, novio de Alice. De ésta manera, el guión permite que miembros de tres generaciones con ideologías y vidas muy distintas, se enfrenten y dialoguen, haciendo la obra multidimensional: Max, el viejo comunista que ha nacido durante la Revolución rusa discute con Jan, quien ha vivido la Primavera de Praga y aboga por un sistema con rostro humano en donde cuenten los individuos y se respete su libertad, y con Stephen, el joven partidario del nuevo comunismo que busca replantearse y modernizarse, cosa que para Max es impensable. Lenka y Eleonor, quienes creen en la sensibilidad del cuerpo y de su valor inmanente se enfrentan a Max, para quien todo es controlado por el cerebro, sin más.

Rock n’ Roll nos sugiere reflexionar sobre nosotros mismos y sobre las formas de organización a las que nos hemos sometido al resultar modelos que determinan nuestra manera de vernos los unos a los otros, de relacionarnos y de definirnos.

Todo esto es conducido por la explosiva mano del rock n’ roll, una de las expresiones humanas más universales, completas y revolucionarias. Por eso es que Jan salvaguarda con pasión casi exagerada sus vinilos y por eso es que la policía secreta checa se esmera tanto en destruirlos: por lo que significan.

La música, que con el pasar de los actos atraviesa la epidermis y se va alojando en lo más profundo, nos involucra cada vez más al utilizar himnos de Jimi Hendrix, Pink Floyd, Bob Dylan, por supuesto The Plastic People Of The Universe, The Doors, The Beatles, The Beach Boys, Syd Barret, John Lennon y The Rolling Stones, entre otros.

El guión, la música con banda en vivo, el montaje que incluye un escenario dinámico que se transforma constantemente, así como la introducción de una pantalla que proyecta las imágenes de una máquina de escribir que es utilizada en vivo para narrar la historia y las excelentes actuaciones de Juan Manuel Bernal, Karina Gidi, Sophie Alexander, José Caballero y el resto de los intérpretes, nos transportan a una época movilizada por las dialécticas que surgen entre represión y liberación, poder y justicia, razón y amor, música y silencio.

Rock n’ Roll nos enseña de Historia, de relaciones humanas y de la vida misma, pero sobre todo, nos recalca la importancia, gigantesca, monumental, de nunca cortarse el cabello.

miércoles, 21 de abril de 2010

El libro

"De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación" --- J.L. Borges

martes, 13 de abril de 2010

Tacvvvvvvba.

Poster película El poster del documental Tacvbero extraído del facebook del Meme. (Nótese la patita del mismo)

domingo, 11 de abril de 2010

Trascender…

"[...]Ciegamente reclama duración el alma arbitraria

cuando la tiene asegurada en vidas ajenas,

cuando tú mismo eres el espejo y la réplica

de quienes no alcanzaron tu tiempo

y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra[...]”

 

Jorge Luis Borges. Fragmento Inscripción en cualquier sepulcro en Obras completas. Buenos Aires. Emecé. 1974, pp.35 

miércoles, 17 de febrero de 2010

Ainulindalë.

“…Por tanto los Valar pueden andar, si así les place, sin atuendo, y entonces ni siquiera los Eldar los perciben con claridad, aunque estén presentes. Pero cuando deciden vestirse, algunos Valar toman forma de hombre y otros de mujer; porque esa diferencia de temperamento la tenían desde el principio, y se encarna en la elección de cada uno, no porque la elección haga de ellos varones o mujeres, sino como el vestido entre nosotros, que puede mostrar al varón o a la mujer pero no los hace…”

Cristopher Tolkien, El Silmarillion, <http://cazado.iespana.es/books/el%20silmarillion%20%28con%20apendice%29.pdf>

Ítalo.

Las ciudades y la memoria. 2

Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isadora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracoles marinos, donde se fabrican según las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres encuentra siempre una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los apostadores. Pensaba en todas estas cosas cuando deseaba una ciudad. Isadora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isadora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos ya son recuerdos.

Ítalo Calvino, Las ciudades invisibles, <http://www.librosgratisweb.com/pdf/calvino-italo/las-ciudades-invisibles.pdf>

¿Quiénes sos?

Cortázar

Lo Particular y lo Universal

Un cronopio iba a lavarse los dientes junto a su balcón, y poseído de una grandísima alegría al ver el sol de la mañana y las hermosas nubes que corrían por el cielo, apretó enormemente el tubo de pasta dentífrico y la pasta empezó a salir en una larga cinta rosa. Después de cubrir su cepillo con una verdadera montaña de pasta, el cronopio se encontró con que le sobraba todavía una cantidad, entonces empezó a sacudir el tubo en la ventana y los pedazos de pasta rosa caían por el balcón a la calle donde varios famas se habían reunido a comentar las novedades municipales. Los pedazos de pasta rosa caían sobre los sombreros de los famas, mientras arriba el cronopio cantaba y se frotaba los dientes lleno de contento. Los famas se indignaron ante esta increíble inconsciencia del cronopio, y decidieron nombrar una delegación para que lo imprecara inmediatamente, con lo cual la delegación formada por tres famas subió a la casa del cronopio y lo increpó, diciéndole así:
-Cronopio, has estropeado nuestros sombreros, por lo cual tendrás que pagar.
Y después, con mucha más fuerza:-¡Cronopio, no deberías derrochar así la pasta dentífrico!

Conservación de los recuerdos

Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: «Excursión a Quilmes», o: «Frank Sinatra».

Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: «No vayas a lastimarte», y también: «Cuidado con los escalones.» Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay una gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.

Julio Cortázar, Cuentos completos/1, México, Alfaguara, 2006. 480, 495.

jueves, 28 de enero de 2010

La fragilidad de Enrique.

     ESCUCHANDO LAS CONSECUENCIAS Por Nacho VegasNacho-Vegas-3

“Una vez alguien me pidió que le dijera algún rasgo de Enrique que la gente no conociera. Una de esas preguntas difíciles que te hacen en ocasiones los periodistas.  Yo dije, creo: la fragilidad. Cuando Enrique canta parece que lo hace alguien fuerte, seguro de sí mismo. Pero sólo lo parece. Hay que escucharlo, no dejarlo sonar, y entonces ves las dudas, porque las canciones son también eso, dudas.
Pero no me refería a eso. A veces tuve la impresión de que Enrique le tenía miedo a su propia fragilidad. Por ejemplo, en algunos momentos de la grabación de El tiempo de las cerezas. Por ejemplo, durante la grabación de la canción que se llama así, como el disco. Y me preguntaba por qué. Ahora creo que estaba aguardando, esperando el momento para mostrarse como un animal herido. Esperando el momento para publicar este disco. “Es hora de hablar de la quimera de otra vida”.
En la última novela de Belén Gopegui, Deseo de ser punk, dice: “La música, la de verdad, no suena, te atraviesa el cuerpo de parte a parte”. Las cosas más frágiles a veces son también las más perturbadoras. Yo escucho “Ella me dijo que no”, por ejemplo, o “21 de octubre” y me atraviesan de parte a parte.
Las Consecuencias es en muchos sentidos el disco que yo quería escuchar de Enrique. Me gusta ya desde el título, cómo no va a hacerlo. Pero es que son tantas las cosas inevitables, ya lo sabes. Cantas: “…buscando llaves que no abrían”. Si digo: Es su Blood on the tracks particular, lo digo por muchas razones. No todos tenemos la capacidad, o simplemente no llegamos nunca a hacer nuestro Blood on the tracks particular. O no nos atrevemos.
Decía que lo digo por muchas razones. Porque es como un cuento de Chejov, o como un poema de Raymond Carver. Porque está entre la declaración de principios y lo confesional. Lo confesional: Tan real que deja de ser real para ser verdad. Porque usa el tiempo y la distancia de una manera magistral y habla en tercera persona para poder cantar en primera persona y hace que duela y sobrecoja y te habla de la vida, de la tuya, de la suya, de la nuestra, o mejor dicho (como él dice): de las cosas que uno hace para vivir y no perder la  cabeza.”
Nacho Vegas

Extraído de: http://www.enriquebunbury.com/noticias.aspx

Gracias a Sebastián.

lunes, 25 de enero de 2010

Ariela y yo.

Hoy, Ariela y yo tuvimos una conversación profunda o un saludo pronunciado:

Denisse dice:
Crayola
Ariela... dice:
Plumón
Denisse dice:
Lápiz
Ariela... dice:
Acuarela
Denisse dice:
Carboncillo
Ariela... dice:
óleo
Denisse dice:
Pluma
Ariela... dice:
serigrafía
Denisse dice:
Lapicero
Ariela... dice:
pastel
Denisse dice:
Plastilina
Ariela... dice:
piedra caliza
Denisse dice:
Pluma fuente

El absurdo.

Estoy leyendo El libro de Manuel. Es un texto complicado, lleno de crítica social y términos políticos de la Francia y Latinoamérica de los años sesenta.

Julio Cortázar nos cuenta historias con h e Historia con H. Valiéndose del grupo de amigos que llama “la Joda” y los recortes de periódicos y artículos, el genio logra (muy bien logra) un texto no lo suficientemente real como para que sea Historia ni lo suficientemente ficticio como para que sean historias. Todo esto sin perder el fino sarcasmo y humor cortazariano que nos mantiene al filo de la lectura (y a veces de la incomprensión). Tal vez lo importante es no desesperar, leer hasta el final aunque parezca que el principio es ilegible. Releer también es opción (necesaria opción). Y entonces, de pronto, sin que uno lo espere, llega el escalofrío.

El siguiente, es un fragmento que me gustó mucho.

“Por todo eso, lo de que el absurdo no es más que la prehistoria del hombre como lo entienden el que te dije y tantos otros y también por lo de los bichos revoloteando alrededor de la lámpara que es una de las muchas maneras de contestar al absurdo (en el fondo homo faber no quiere decir otra cosa, pero hay tantos faber número uno, dos y tres, afilados o mochos, enteritos o rabones), por todo eso y por cosas parecidas va a llegar el momento en que el que te dije considerará que hay suficientes cascarudos, mosquitos y mamboretás bailando un jerk insensato aunque altamente vistoso en torno a la lámpara, y entonces siempre dentro de la metáfora la apagará de golpe, congelará instantáneamente una determinada situación de todos los bichos o puestas en marcha revoloteando que bruscamente privados de la luz se fijarán en esa última mirada del que te dije en el instante de apagar la lámpara, de manera que el mamboretá más grande que volaba lejos y arriba de la lámpara quedará situado simétricamente con relación a la falena roja que trazaba su elipse por debajo de la lámpara,  y así sucesivamente los diversos bichos incómodos y estivales asumirán una condición de puntos fijos y definitivos en algo que un instante más o menos de luz hubiera modificado infinitamente. Algunos le llamarán elección, entre otros el que te dije, y algunos le llamarán azar, entre otros el que te dije, porque el que te dije sabe muy bien que en un momento dado apagó la lámpara y que lo hizo porque decidió hacerlo en ese momento y no antes ni después, pero también sabe que la razón que lo decidió a apretar el interruptor no le venía de ningún cálculo matemático ni de ninguna razón funcional sino que le nació de adentro, siendo adentro una nación particularmente incierta como sabe cualquiera que se enamora o juega al póker los sábados a la noche.”

homo faber: locución latina para “hombre que fabrica”.

Edel.

Ayer, fuimos un ratito al concierto de trovadores pro-Haití en el Parque Naucalli del Estado de México. Se juntaron 2 toneladas de comida y 11,000 pesos. Nada mal.

Estaba Edel. Le había escuchado y leído, pero nunca visto; tiene una presencia increíble, cautivadora.

Curiosamente, discutíamos sobre su físico y llegamos a la misma conclusión de siempre: La fuerza y espesura de las palabras, que se deslizan, suaves y quizás hasta tramposas, esfuminan las siluetas.

 Edel Juárez 1 (Extraído de: http://www.edeljuarez.com/)

Siempre he sido mi casa…/Edel Juárez
(Títeres de tú – 2000)

Siempre he sido mi casa
el lugar al que vuelvo cuando todo oscurece
me encierro y miro por la ventana
la noche, mi corazón desnudo,
te dibujas en el cielo como tormenta que se acerca.
viene el viento devorando distancia,
calándome hasta los huesos,
rugiendo porque no contesto...

no vuelo por no saber que el cielo
me tiene un lugar preparado.
me dedico a ver cómo arrancas suspiros
y árboles a tu paso.
desde mi casa, mi ventana te admira
yo sólo soy un espectador,
alguien que ha aprendido a corear tu pasión
gritando miedo
esperando

siempre he sido mi casa
y a puertas abiertas te espero.

Sueño de madrugada.

“A veces, en las madrugadas que me encuentran deambulando sin reposo posible, alcanzo a treparme en una voluta de humo y, desde muy arriba, nos miro. Créanme que lo que se alcanza a ver es tan hermoso que duele mirarlo. No digo que sea perfecto, ni acabado, ni que carezca de huecos, irregularidades, heridas por cerrar, injusticias por remediar, espacios por liberar. Pero sin embargo se mueve. Como si todo lo malo que somos y cargamos, se mezclara con lo bueno que podemos ser y el mundo entero redibujara su geografía y su tiempo rehiciera con otro calendario. Vaya, como si otro mundo fuera posible”

                                                            Subcomandante Marcos

Llorá nomás Botija.

En la carta de 1996 del Subcomandante Marcos a Galeano, Marcos escribe: “No puedo decirles todo. Ya Benedetti nos explicó antes que ‘uno no siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede. Pero tiene derecho a no hacer lo que no quiere’.” El Sub está tomando un fragmento del poema Hombre preso que mira a su hijo y que enchina la piel de cualquier uruguayo que pueda recordar o más bien no pueda olvidar los largos 12 años de dictadura militar.

(Edel Juárez declama Hombre preso que mira a su hijo y Edgar Oceransky canta la maravillosa De la ausencia y de ti, Velia del maestro Silvio Rodríguez, canción que el cubano dedica a su amiga mexicana Velia Ramírez)

Hombre preso que mira a su hijo/Mario Benedetti
                                                             al «viejo» hache
Cuando era como vos, me enseñaron los viejos
y también las maestras, bondadosas y miopes,
que libertad o muerte era una redundancia,
a quién se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

Que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien,
en las canchas y en los pastoreos.

Realmente botija, no sabían un corno
pobrecitos, creían que libertad
era tan sólo una palabra aguda,
que muerte era tan sólo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos,
sino de otros más duros y siniestros
y éstos sí,
cómo nos ensartaron
con la limpia república verbal,
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere,
uno no siempre puede,
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos.

Por eso es que no puedo despeinarte el jopo,
ni ayudarte con la tabla del nueve,
ni acribillarte a pelotazos.

Vos sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio.

Y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías.

Y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban.

Y jugué a la mancha
y era de sangre.

Botija aunque tengas pocos años,
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picana,
que casi me revientan los riñones,
todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados,
son durísimos golpes,
son botas en la cara,
demasiado dolor para que te lo oculte,
demasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló,
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar.

Que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas),
y por lo tanto todos los teléfonos
y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar,
qué parada,
qué casa,
y acordarse de vos,
de tu carita,
lo ayudaba a callar.

Una cosa es morirse de dolor
y otra cosa morirse de vergüenza.

Por eso ahora,
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder.

Uno no siempre hace lo que quiere,
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.

Llorá nomás botija,
son macanas
que los hombres no lloran,
aquí lloramos todos.

Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos,
maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar,
porque es mejor llorar que traicionarse

Llorá,
pero no olvides.

____________________

La RAE nos facilita un pequeñísimo vocabulario:

Capanga: (Del port. brasileño capanga). 1. m. Á. guar., Bol. y Ur. Persona que cumple las funciones de capataz, conduciéndose, a veces, con violencia.

Jopo: 1. m. Cola de mucho pelo.

viernes, 22 de enero de 2010

Olivio futbolista.

Siguiendo con Chiapas (tema que ya presiento recurrente), aquí la segunda carta del Subcomandante Marcos a Eduardo Galeano:
EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL
MÉXICO

8 de Julio de 1996

A: La reunión "Uruguay por Chiapas".
Montevideo, Uruguay.
En la alargada y dolorosa América Latina.

De: Subcomandante Insurgente Marcos.
Montañas del Sureste Mexicano.
En la alargada y dolorosa América Latina.

Atención: Eduardo Galeano.

Hermanos y hermanas del Uruguay y, sobre todo, del "Uruguay por Chiapas":
Hermano Galeano:

Espero que todos los que se encuentran ahí reunidos me permitan dirigirme a ellos a través tuyo. Como es evidente, he pasado al tuteo sin tramite alguno. No porque haya entrado en confianza (la sola perspectiva de que, me dicen, en el Uruguay "entrar en confianza" implica poner en medio palabra y mate, me aterra), sino porque alguien me ha dicho que en el Uruguay la gente buena es informal y no se anda con ceremonias y caravanas. No sé si la gente buena sea, necesariamente, informal. Pero sí sé que son buenos todos los que hoy se reúnen en la patria de mi general Artigas para tender el puente necesario y posible para venirse hasta la rebelde dignidad de los indígenas mexicanos. Así las cosas, disculpa el tuteo y manda de retache un manual de buenas costumbres uruguayas para irme adaptando a mi futura nacionalidad. Ojo: puedes prescindir de mandar el mate.

Bien. Según leo en algún cable noticioso, hay ahí por ahí músicos, poetas, actores, conductores de tv, sacerdotes defensores de los derechos humanos y futbolistas. La agencia de noticias no habla de que vayan a tomar mate. Esto me alivia un poco y por eso me atrevo a escribirte y, a través tuyo, escribirles a todos los que ahí están. Que yo sepa, no es posible (todavía) obligar a nadie a tomar mate por correo. Por lo demás, el cable de noticias no da ninguna pista. De hecho, para mí todos los uruguayos son músicos, poetas, actores, conductores, defensores de los derechos humanos y futbolistas simultáneamente. Entonces tal vez estás ahí tú solo. Tal vez es cierto eso de que para hacer una reunión, un mitin o un acto de masas, sólo se necesita un persona y un mate bien caliente. Pero no creo que estés solo. Estoy seguro de que no son pocos los uruguayos que han abierto cabeza y corazón a la palabra de los indígenas zapatistas. En todo caso, es claro que hay suficientes para que nosotros, desde acá, sintamos el caminar de ustedes hasta nosotros.

Quisiera decirle todo lo que todos acá sentimos cuando nos enteramos que tendrían esta reunión que pone del mismo lado a dos cielos y dos suelos igualmente dignos y dolientes. No puedo decirles todo. Ya Benedetti nos explicó antes que "uno no siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede. Pero tiene derecho a no hacer lo que no quiere". Y lo que no quiero es limitarme a un "saludo fraternal y revolucionario" y los etcéteras que tanto alargan distancias y desinterés. Así que tengo derecho a no hacerlo. En cambio si puedo hablarles un poco de...

El Olivio es un niño tojolabal. Tiene menos de 5 años y todavía está dentro del límite mortal que aniquila a miles de infantes indígenas en estas tierras. Las probabilidades de que el Olivio muera por enfermedades curables antes de los 5 años es la más alta de este país que se llama México. Pero el Olivio esta vivo todavía. El Olivio se presume de ser amigo del "Zup" y de jugar fútbol con el Mayor Moisés. Bueno, eso de jugar fútbol es arrogante. En realidad, el Mayor se limita a patear el balón lo suficientemente lejos como para librarse de un Olivio que considera, como cualquier niño lo haría, que el trabajo más importante de los oficiales zapatistas es jugar con los niños. Yo observo de lejos. El Olivio patea el balón con una decisión que da escalofríos, sobre todo si te imaginas que esa patada podría tener tu tobillo como destino. Pero no, el destino de la patada del Olivio es un pequeño balón de plástico. Bueno, esto también es un decir. En realidad la mitad de la patada y de la fuerza se queda en el lodo de la realidad chiapaneca y sólo una parte proyecta el balón por un rumbo errático y cercano. El Mayor da un patadón y la pelota pasa a mi lado y se va muy lejos. El Olivio corre decididamente detrás del esférico (léase esto, y lo que sigue, con voz de comentarista de fútbol por televisión o radio). Esquiva ágilmente un tronco tirado y una raíz ya no tan oculta, gambetea y dribla dos chuchitos ("perritos" para los chiapanecos) que de por sí ya huían aterrados ante el avance implacable, decidido y relampagueante del Olivio. La defensa ha quedado atrás (bueno, en realidad la "Yeniperr" y el Jorge están sentados y jugando con el lodo, pero lo que quiero decir es que no hay enemigo al frente) y el arco contrario está inerme ante un Olivio que aprieta los pocos dientes que tiene y enfila al balón como locomotora desvielada. El respetable, en el graderío, cuelga en la tarde un silencio expectante (Bueno, la verdad es que sólo yo estoy atento al desenlace, el Mayor ya se fue, y es difícil hablar de silencio con tanto grillo entonando la tardecita que se hace mate en el Uruguay y pozol azucarado en las montañas del Sureste Mexicano). El Olivio llega, ¡por fin!, frente al balón y, cuando toda la galaxia espera un patadón que rompa las redes (bueno, la verdad es que, detrás del supuesto marco enemigo, sólo hay un acahual con ramas, espinas y bejucos, pero sirven como redes), y ya empieza a subir, de los riñones a la garganta, el grito de "¡gooool!", cuando todo está listo para que el mundo demuestre que se merece a sí mismo, justo entonces es cuando el Olivio decide que ya estuvo bueno de correr detrás de la pelota y que ése pajarraco negro que revolotea no lo puede hacer impunemente y, súbito, el Olivio cambia de dirección y de profesión y va por su tiradora para matar, dice, al pájaro negro y llevar algo a la cocina y a la panza. Fue algo, ¿cómo decirte?... algo anticlimático ("muy zapatista", diría mi hermano), muy tan incompleto, muy tan inacabado, como si un beso se hubiera quedado colgado en los labios y nadie nos hiciera el favor de recogerlo.

Yo soy un aficionado discreto, serio y analítico, de ésos que revisan los porcentajes y los historiales de equipos y jugadores y pueden explicar perfectamente la lógica de un empate, un triunfo o una derrota, sin importar cuál se dé. En fin, un aficionado de ésos que después se explican a sí mismos que no hay que ponerse triste por la derrota del preferido, que era de esperar, que en la que sigue habrá un repunte, que otros etcéteras que engañen al corazón con la inútil tarea de la cabeza. Pero en ese momento perdí los estribos y, como hincha que ve traicionados los valores supremos del género humano (es decir, los que con el fútbol tienen que ver), salté de las gradas (en realidad estaba sentado en una banquita de troncos) y me enfilé, furioso, a reclamarle al Olivio su falta de pundonor, de profesionalismo, de espíritu deportivo, de ignorante de la ley sagrada que manda que el futbolista se debe a la afición por entero. El Olivio me ve venir y se sonríe. Yo me detengo, me paro en seco, me quedo helado, petrificado, inmóvil. Pero no te creas, Eduardo, que es por ternura que me detengo. No es la tierna sonrisa del Olivio lo que paraliza. Es la tiradora que tiene en las manos...

Pues sí, Eduardo. Ya sé que es muy evidente que trato de hacerles un símil de la tierna furia que nos hace hoy soldados para que, mañana, los uniformes militares sólo sirvan para los bailes de disfraces y para que, si uno debe ponerse uniforme, sea el que se usa para jugar, por ejemplo, fútbol.

Salud a esa inquietud creadora que los reúne y los hace voltear hacia nosotros. Salud a los todos que ahí se juntan y nos hablan y escuchan. Espero, esperamos, que todo les salga bien y que, pronto, los podamos saludar acá, en el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo.

Vale. Salud y un balón que, como los sueños, llegue bien alto.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

México, Julio de 1996.

P.D.- Suerte con la digestión del mate. Avisen si llegó este escrito y sus anexos. ¡Ah! Y no olviden decirme en que lugar de la tabla de posiciones va "El Peñarol", equipo cuya fama llegó al México de mi infancia como debieran llegar todas las noticias, es decir, con un balón de fútbol.

Extraído de http://patriagrande.net/mexico/ezln/

jueves, 21 de enero de 2010

Día del Niño.

Fui a Chiapas. Me hizo feliz, me entristeció, me dio miedo, me interesó. Me llegó.
He leído esto.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional
México

2 de mayo de 1995

A: Eduardo Galeano.
Montevideo, Uruguay.

De: Subcomandante Insurgente Marcos
Montañas del Sureste Mexicano. Chiapas, México.

Señor Galeano:

Le escribo porque... porque me dieron ganas de escribirle. Porque ya pasó el día del niño acá en México y se me ocurre que a usted le puedo platicar lo que acá pasa, en un día del niño, en medio de una guerra sorda. Le escribo porque no tengo ninguna razón para hacerlo y, entonces, puedo así contarle lo que pasa o lo que me viene a la cabeza, sin la preocupación de que no se me vaya a olvidar el motivo de la carta. Porque sí, pues.

También porque perdí el libro que me regaló y porque ese ratón cambista que suele ser el destino (?) ha repuesto el libro perdido con otro libro. Y porque se me ha quedado bailando en la cabeza una parte de su libro Las Palabras Andantes.

Porque dice así:

"¿Sabe callar la palabra cuando ya no se encuentra con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere?. Y la boca, ¿sabe morir?".
Ventana sobre la palabra (VIII), p.262.

Y entonces yo me he recostado para pensar y fumar. Es de madrugada y como almohada tengo un fusil (bueno, en realidad no es un fusil, es una carabina que fue de un policía hasta enero de 1994. Antes servía para matar indígenas, ahora sirve para que no los maten). Con las botas puestas y la pistola recostada a un lado, cerca de la mano, pienso y fumo. Afuera, alrededor de humo y pensamientos, mayo se engaña a sí mismo fingiendo que es junio y hay ahora una tormenta de lluvia, rayos y truenos que logró lo que parecía imposible: callar a los grillos.

Pero yo no estoy pensando en la lluvia, no estoy tratando de adivinar cuál de los relámpagos que está por rasguñar la tela de la noche será el de la muerte, ni siquiera me preocupa que el techito de nylon que cubre mi estancia es demasiado pequeño y se moja la orilla del camastro (¡Ah! Porque resulta que me hice una camita de ramas y horcones, amarrados con bejucos. Lo hice porque la uso de escritorio, bodega y, a veces, para dormir. En la hamaca no me acomodo o me acomodo demasiado, me quedo muy dormido y el sueño profundo es un lujo que, acá, se puede pagar muy caro. En la cama de varillas de palo se está lo suficientemente incómodo como para que el sueño sea apenas un pestañazo).

No, no me preocupan ni la noche, ni la lluvia, ni los truenos. Me preocupa eso de "¿Sabe callar la palabra cuando ya no se encuentra con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere?. Y la boca, ¿sabe morir?". El libro me lo mandó la Ana María, una indígena tzotzil que tiene el grado de mayor de infantería en nuestro ejército. Alguien se lo mandó a ella y ella me lo mandó a mí, sin saber que yo perdí un su libro de usted y este libro repone el libro perdido, que no es lo mismo pero tampoco es igual. El libro está lleno de dibujitos en tinta negra y yo creo que así deben ser los libros y las palabras: dibujitos que salen de la cabeza o la boca o las manos y que van y se ponen a bailar en el papel, cada que el libro se abre, y en el corazón cada que el libro se lee. El libro es el regalo más grande que el hombre se ha dado a sí mismo. Pero volvamos a su libro de usted que yo tengo ahora. Lo leí con un cabito de vela que cargaba en la mochila.

El último tramo de pabilo se fue con esa página 262 (¡capicúa!, ¿no? ¿una señal?). Y entonces me recordé la frase aquella de Perón que me mandó y luego mi torpe respuesta y, más después, el libro que me envió. Y aquí la pena de contarle que el libro lo dejé botado en la "graciosa huida" de febrero. Y entonces me llegan este libro y las letras sobre el saber callar. Y yo ya llevo varias noches dándole vueltas al asunto, aun antes de que me llegara el libro. Y me pregunto si no llegó la hora de callar, si no será que ya se pasó el momento y ya no es el lugar, si no es la hora de morir la boca...

Y le escribo esto en una madrugada de mayo, pasado ya el 30 de abril de 1995, que es el día del niño acá en México. Nosotros los niños mexicanos celebramos ese día, las más de las veces, a pesar de los adultos. Por ejemplo, gracias al supremo gobierno, hoy muchos niños indígenas mexicanos celebran su día en la montaña, lejos de sus casa, en malas condiciones de higiene, sin fiesta y con la pobreza más grande: la de no tener un lugar donde recostar el hambre y la esperanza. El supremo gobierno dice que no ha expulsado a estos niños de sus hogares, sólo ha metido a miles de soldados en sus terrenos. Con los soldados llegaron el trago, la prostitución, el robo, las torturas, los hostigamientos. Dice el supremo gobierno que los soldados vienen a "defender la soberanía nacional". Los soldados del gobierno "defiende" a México de los mexicanos. Estos niños no han sido expulsados, dice el gobierno, y no tienen por qué sentirse espantados de tantos tanques de guerra, cañones, helicópteros, aviones y miles de soldados. Tampoco tienen por qué asustarse, aunque esos soldados traigan órdenes de detener y matar a los papás de estos niños. No, estos niños no han sido expulsados de sus casa. Comparten el piso irregular de la montaña por el gusto de estar cerca de sus raíces, comparten la sarna y la desnutrición por el simple placer de rascarse y por lucir una figura esbelta.

Los hijos de los dueños del gobierno pasan su día en fiestas y regalos.

Los hijos de los zapatistas, dueños de nada como no sea su dignidad, pasan su día jugando a que son soldados que recuperan las tierras que les quitó el gobierno, juegan a que siembran la milpa, a que van por leña, a que se enferman y nadie los cura, a que tienen hambre y, en lugar de comida, se llenan la boca de canciones. Por ejemplo, esa canción, que les gusta cantar en la noche, cuando más cerradas son la lluvia y la niebla, y que dice, más o menos así:

"Ya se mira el horizonte,
combatiente zapatista,
el camino marcará
a los que vienen atrás"

Y, por ejemplo, en el horizonte aparece, marcando el paso, el Heriberto. Y atrás del Heriberto, por ejemplo, va el hijito del Oscar que lo llaman Osmar. Y van, los dos, armados de sus dos varitas que pasaron a llevar de un acahual cercano ("No son varitas", dice el Heriberto y asegura que se trata de poderosas armas que son capaces de destruir un nido de hormigas arrieras que está cerca del arroyo y que le picaron al Heriberto y hubo de tomar represalias). Avanzan el Heriberto y el Osmar en columna. Y por el frente opuesto avanza la Eva, armada de un palo que tiene la ventaja de convertirse en muñeca cuando el ambiente es menos bélico. Y detrás de la Eva viene la Chelita, que levanta sus casi dos años apenas unos centímetros del suelo y que tiene unos ojos de venado lampareado que ya desvelarán, alguna noche, al tal Heriberto o al que se deje herir por destello tan moreno. Y atrás de la Chelita va un chuchito (perrito) que de puro flaco parece una marimba diminuta.

Y a mí todo esto me lo están contando, pero como si lo estuviera viendo al Wellington frente a Napoleón en esa película que se llamó "Waterloo" y, creo, salía el Orson Wells y al Napoleón lo derrotaban por culpa de un dolor de panza. Pero aquí no hay Orson que valga, ni flanqueos de infantería, ni apoyo de artillería, ni defensa en cuadro contra las cargas de los de a caballo, porque tanto el Heriberto como la Eva han decidido optar por el ataque frontal y sin escaramuzas ni tanteos previos. Yo estoy a punto de opinar que eso parece batalla de sexos, pero ya se está lanzando el Heriberto sobre la Chelita, evitando la carga directa de la Eva que se ve, de pronto, frente a un Osmar que no la espera cara a cara,, ni de pie sino que está de lado y en cuclillas porque ahí no más le dieron ganas de cagar y la Eva proclama que el Osmar se cagó de miedo y el Osmar no dice nada porque ahora quiere montar el chuchito se le acercó a oler, y en el entretanto la Chelita se puso a llorar cuando vio venir al Heriberto y el Heriberto ahora no sabe qué hacer para que se calle la Chelita y le ofrece una piedrita de regalo ("Acaso es piedrita", dice el Heriberto que asegura que se trata de oro puro) y la Chelita nada que para su chilladera y yo estoy pensando que hasta que le dieron una sopa de su propio chocolate al Heriberto cuando llega la Eva, en maniobra que llaman de "voltear la posición enemiga", y le cae el Heriberto por la espalda (cuando Heriberto ya le está ofreciendo su arma antihormiga-arriera a la Chelita, la cual está considerando la oferta, entre chillido y chillido), y entonces, ¡pácatelas!, la muñeca-arma de la Eva llega en su cabeza del Heriberto y empieza la chilladera, (estereofónica, porque la Chelita se siente estimulada por los gritos del Heriberto y no se quiere quedar atrás), y hay sangre y ya viene la mamá de no sé quien, pero trae un cinturón en la mano y los dos ejércitos se desbandan y el campo de batalla queda desierto y en la enfermería declaran que el Heriberto tiene un chipote del tamaño de su nariz y que, como la Eva está intacta, ganaron la mujeres en esta batalla. El Heriberto se queja de arbitraje parcial y prepara el contra-ataque pero no será hasta mañana porque ahorita hay que comer los frijoles que no llenan ni el plato ni la panza...

Y así pasaron el día del niño, dicen, los niños de un poblado que se llama Guadalupe Tepeyac. En la montaña lo pasaron, porque en su pueblo hay varios miles de soldados defendiendo "la soberanía nacional". Y dice el Heriberto que, cuando sea grande, va a ser chofer de un camioncito y piloto de avión no quiere ser porque, dice, si se le poncha la llanta del carrito, ahí nomás te bajas y te vas caminando, en cambio si se le poncha la llanta al avión no hay para donde hacerse. Y yo me digo que cuando sea grande voy a ser uruguayo-argentino y escritor, en ese orden, y no crea usted que será fácil porque lo que es el mate, no lo puedo tragar.

Pero no era esto lo que yo quería contarle. Lo que yo quería era contarle un cuento para que usted lo cuente:

Me enseñó el Viejo Antonio que uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar, y que uno es tan pequeño como grande el miedo que se tenga. "Elige un enemigo grande y esto te obligará a crecer para poder enfrentarlo. Achica tu miedo porque, si él crece, tú te harás pequeño", me dijo el Viejo Antonio una tarde de mayo y lluvia, en esa hora en que reinan el tabaco y la palabra. El gobierno le teme al pueblo de México, por eso tiene tantos soldados y policías. Tiene un miedo muy grande. En consecuencia, es muy pequeño. Nosotros le tenemos miedo al olvido, al que hemos ido achicando a fuerza de dolor y sangre. Somos, por tanto, grandes.

Cuéntelo usted en algún escrito. Ponga que se lo contó el Viejo Antonio. Todos hemos tenido, alguna vez, un Viejo Antonio. Pero si usted no lo tuvo, yo le presto el mío por esta vez. Cuente usted que los indígenas de sureste mexicano achican su miedo para hacerse grandes, y escogen enemigos descomunales para obligarse a crecer y ser mejores.

Esa es la idea, estoy seguro que usted encontrará mejores palabras para contarlo. Escoja usted una noche de lluvia, relámpagos y viento. Verá cómo el cuento sale así nomás, como un dibujito que se pone a bailar y a dar calor a los corazones que para eso son los bailes y los corazones.

Vale. Salud y un muñequito sonriente, como ésos con los que firma.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

P.D. de advertencia policiaca. Es mi deber informarle que soy, para el supremo gobierno de México, un delincuente. Por lo tanto mi correspondencia puede ser implicatoria. Le ruego que se grabe usted el contenido de la presente, es decir, la encomienda que suplica, y destrúyala inmediatamente. Si el papel fuera de chicle, le recomendaría que lo comiera y, masticando, se pusiera a hacer esas bombitas de chicle que tanto escandalizan a las buenas conciencias, y que demuestran la falta de urbanidad y educación de quien las hace. Aunque hay algunos que las hacen con la esperanza de que una de las bombitas sea lo suficientemente grande como para llevarlo a uno de esa ruta luminosa que, allá arriba, se alarga... como se alargan el dolor y la esperanza sobre el cielo de nuestra América.

P.D. improbable. Salude usted de mi parte, si lo ve, al tal Benedetti Dígale usted, por favor, que sus letras, puestas por mi boca en el oído de una mujer, arrancaron alguna vez un suspiro como esos que echan a andar a la humanidad entera. Dígale también, que quién quita y lo de "Marcos" fue por El cumpleaños de Juan Ángel.

 

Extraído de http://patriagrande.net/mexico/ezln/

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Uno de Sabines...

El llanto fracasado/Jaime Sabines.

Roto, casi ciego, rabioso, aniquilado,
hueco como un tambor al que golpea la vida,
sin nadie pero solo,
respondiendo las mismas palabras para las mismas
cosas siempre,
muriendo absurdamente, llorando como niña, asqueado.
He aquí éste que queda, el que me queda todavía.
Háblenle de esperanza.
Díganle lo que saben ustedes, lo que ignoran,
una palabra de alegría, otra de amor, que sueñe.

Todos los animales sobre la tierra duermen.
Sólo el hombre no duerme.
¿Han visto ustedes un gesto de ternura en el rostro de
un loco dormido?
¿Han visto un perro soñando con gaviotas?
¿Qué han visto?

Nadie sino el hombre pudo inventar el suicidio.
Las piedras mueren de muerte natural.
El agua no muere.
Sólo el hombre pudo inventar para el día la noche,
el hambre para el pan,
las rosas para la poesía.

Mortalmente triste sólo he visto a un gato, un día,
agonizando.
Yo no tengo la culpa de mis manos: es ella.
Pero no fue escrito:
Te faltará una mujer para cada día de amor.

Andarás, te dijeron, de un sitio a otro de la muerte
buscándote.
La vida no es fácil.
Es más fácil llorar, arrepentirse.

En Dios descansa el hombre.
Pero mi corazón no descansa,
no descansa mi muerte,
el día y la noche no descansan.

Diariamente se levantan los montes, el cielo se ilumina
el mar sube hacia el mar
los árboles llegan hasta los pájaros.
Sólo yo no me alumbro, no me levanto.

Háblenle de tragedias a un pescado.
A mí no me hagan caso.
Yo me río de ustedes que piensan que soy triste
como si la soledad o mi zapato
me apretaran el alma.

La yugular es la vena de la mujer.
Allí recibe al hombre.
Las mujeres se abren bajo el peso del hombre
como el mar bajo un muerto,
lo sepultan, lo envuelven,
lo incrustan en ovarios interminables,
lo hacen hijos e hijos...
Ellas quedan de pie,
paren de pie, esperando.

No me digan ustedes en dónde están mis ojos,
pregunten hacia dónde va mi corazón.

Les dejaré una cosa el día último,
la cosa más inútil y más amada de mí mismo,
la que soy yo y se mueve, inmóvil para entonces,
rota definitivamente.
Pero les dejaré también una palabra,
la que no he dicho aquí, inútil, amada.
Ahora vuelve el sol a dejarnos.

La tarde se cansa, descansa sobre el suelo, envejece.
Trenes distantes, voces, hasta campanas suenan.
Nada ha pasado.

lunes, 14 de diciembre de 2009

1.1

Tengo una obsesión.

Hubo un tiempo en el que creí que se había calmado, pero más bien fue un período de investigar, escrutar, descubrir, acosar, aprender, enamorarme. Sólo se estaba preparando para regresar con más fuerza.

El tiempo, ese que no existe, siempre pasa mejor cuando me acompañan: una sensación de completo bienestar, de plenitud y de emoción me rodea, la sonrisa se me resbala. Quizás no hay sitio malo si es que nos podemos reunir y concentrarnos para experimentar esas miles de impresiones por segundo.

Incluso he llegado a pensar que toda esa energía, que es calor (principal material del que suele componerse  la  magia) de alguna manera sí hace el viaje hasta donde yo estoy. 

Y es que así lo siento, un amor incondicional, un sentimiento de gratitud único. La libertad absoluta de nuestro hermoso compromiso tácito.

Si ustedes estuvieran para entender y yo para explicar, tal vez nos daríamos cuenta de que compartimos todo esto.

 

cafe tacuba11

lunes, 7 de diciembre de 2009

…Solamente muero los domingos y los lunes ya me siento bien*.

Denisse se encontró con la mañana como a las 11:00 y antes de cualquier cosa, siquiera despertar, leyó La casa inundada de Felisberto Hernández; No le gustó mucho. (Maldito duende-Héroes del Silencio)

Ahora sí, fue al baño. Bajó por Extra frutos rojos (“Alguien” se acabó todos los chocolatitos del Extra pasión y ahora sólo quedan hojuelas, ¡Ni crean que ella se lo va a acabar!) y comenzó con Don Quijote; Lo encontró sumamente divertido. Se sintió triste de no tener a nadie a la mano con quién compartir las aventuras. Pensó en aquel tiempo en el que la lectura era colectiva y para leer, se tenía que escuchar. Recordó que quizás extraña esa lectura colectiva de la que no fue partícipe nunca. (Encantamiento inútil-Café Tacvba)

Después pensó en que el martes es su último examen y ensayo de Medieval. Sabe bien que mañana tiene que ir a la biblioteca. Luego, creyó que las últimas cosas las tomamos con desidia, como si ya no fueran importantes. Como si quisiéramos vivir brincando tiempos. Tal cual si pudiéramos darnos el lujo de desaprovechar momentos. Y que luego, definitivamente nos arrepentimos. (Debajo de tu piel-Caifanes) (“Encima de mi piel hay una alfombra…”)

Se encontró con el Canal 11. Un tipo que fue del servicio secreto inglés “da clases de supervivencia”, -Qué útil debe sernos a todos en ésta selva de concreto aprender a comer serpientes crudas (útil no, entretenido sí), pensó (con todo y el paréntesis). Siguió el Politécnico Nacional con su programación (¿Porqué habría de parar?) El traje (2003), película que le parece rusa, porque no encuentra mucha información. Al menos sabe con certeza que hablan ruso y que el director Khudojnazarov lo es. Le gustó lo suficiente. La fotografía y locaciones le parecieron literalmente increíbles, y sobre todo la posibilidad de acercamiento a un todo tan distinto. La historia se desarrolla en un pueblito cerca del Mar Negro y cuenta las aventuras de tres amigos nada pudientes. (El Tlatoani del barrio-Café Tacvba)

El Traje

Ahora va a proseguir con El Quijote. Deberá pasar la barrera de las 100 páginas hoy para sentirse motivada. (Tomando en cuenta sobre todo, que lo debe terminar ésta semana) (La pena o la nada-Nacho Vegas)

*Confesiones de Invierno-Sui Generis.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius

[…]Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres[…]

Fragmento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, Jorge Luis Borges.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Para los muy enojados. Recetas para sacar el enojo.

1. Escuchar y cantar (gritar) Bravo de Bunbury y Vegas mientras se hace algún tipo de acondicionamiento físico.

(Se aceptan sugerencias)

jueves, 26 de noviembre de 2009

“Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros…”

Lo sabía. Aunque todo indicaba que ni un rastro de cordura se podría encontrar en cualquiera de los individuos que conforman la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, no era posible que uno leyera El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha en un par de semanas.

Se ha pasado para Enero. Menos mal. Así tendré unas vacaciones muy quijoteras y un poquito más de un mes para darle lectura completa y elaborar el ensayo. A decir verdad me emociona. Supongo que sólo algunas personas (En las que seguro no me encuentro yo) podrían leer la obra completa sin interrupciones, sin desesperación, sin pretextos para parar y sobre todo, con convicción y constancia.

Entonces supongo que esto se ha convertido en un reto, un reto de no hacer trampa. Qué curioso.

La cábala de El Quijote, Alfonso Galindo Lucas

La Cábala de El Quijote, Alfonso Galindo Lucas.

(Se está tomando a consideración qué pasará con el pobre de Rubem, con quien me siento apenada, por haberle tomado con tan poca seriedad.)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Decía Linhart “De Cadenas y de Hombres”

(No hay una mejor versión en el Youtube)

Tengo muy pegada esa canción desde hace rato.

De Esclavitud y de Cadenas/Enrique Bunbury

Queriéndote como ya no se estila, sin una
gota de decencia. Me casaré contigo todas
las veces siempre que sea estrictamente necesario.
Porque eres en mi caso lo que la fe suele ser para
los desesperados. Quizás
superstición, quizás vocación
de suicida incandescente sin una gota de cordura.

Si pensara menos con la cabeza, menos con el
corazón, y más con la entrepierna,
el triunfo del amor en estos tiempos de pena y
olvido, el vino y la miseria devolvieron a
mi casa la flecha arrojada. La palabra ya dicha,
la oportunidad despreciada, la vida pasada que no
volverá y es un hecho ...

Te fecundaría con un simple pensamiento de
amor, para algo ha de servir este dolor que
siento, lo siento, esta pálida tristeza de
deseo, de esclavitud y de cadenas. No me importa
saber quién soy, si es que soy alguien o
aprendiz de puta o crucigrama sin resolver. Esta
pasión de enredadera, de cumbre o
precipicio de silicio o mansedumbre.

Si pensara menos con la cabeza, menos con el
corazón y más con la entrepierna, el
triunfo del amor en estos tiempos de pena y
olvido, el vino y la miseria devolvieron a
mi casa la flecha arrojada. La palabra ya dicha,
la oportunidad despreciada, la vida pasada que no
volverá y es un hecho ...

domingo, 15 de noviembre de 2009

Monólogo de un Quídam/ Mario Benedetti

Hoy estuve velando mis escombros
los del pasado y los contemporáneos
así aprendí que ciertas felonías
suenan a hueco en su epopeya fácil
y han perdido sus tristes atributos

hay una franja de rencor/lo admito
pero es un rencor inexpresivo
no olvido que antes era un manantial
y yo gozaba de aquel odio joven
que circulaba alegre por mis venas

hay ecos de belleza hoy cancelados
mordientes de lujuria y desconsuelo
pensar que no hace mucho eran fulgores
labios que socorrían a mis labios
pechos que se encontraban con mis manos

hoy estuve velando mis escombros
los pasados y los contemporáneos
y por las dudas fui dejando tiempo
para los azarosos/desafiantes
previsibles escombros del futuro

entre algunos preduscos del recelo
flores y carantoñas del horror
hay un breve derribo fronterizo
donde los caracoles hacen guardia
ladrillos y adoquines toman sol

hay ropa sucia/fechas limpias
bancarrotas de amor/lascas de espanto
sentimientos añosos/sentimientos
que simulan ser jóvenes y frágiles
hay ropas limpias/fechas sucias

hoy estuve velando mis escombros
los del pasado y los contemporáneos
lo que quedó de mis demoliciones /
como hoja de servicios no me sirven
y como ruinas me desilusionan
son tan sólo una parte de mí mismo
que ha emigrado de mí como un pellejo

Mario Benedetti, La vida ese paréntesis, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, pp 23 y 24.
Extraído de: <http://www.scribd.com/doc/7317311/Benedetti-Mario-La-Vida-Ese-Parentesis?autodown=pdf>

Unas de JLB.

Borges

“La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad;[…]”

Jorge Luis Borges, “ El Aleph”, en El Aleph, Madrid, Alianza Editorial, 2008. pp 175-176.

Unos de esos párrafos que nunca se olvidan. Icónicos, se diría por ahí. Brutales, me suena más a lo que yo sentí:

“[…]Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.”

Jorge Luis Borges, “ La Casa de Asterión”, en El Aleph, Madrid, Alianza Editorial, 2008. pp 80-81.

Orígenes del mundo. El Caos

[…] es lo que los hombres denominaron Caos, masa informe y confusa, peso inerte en el que se depositaban indiscriminadamente juntos y sin ajustamiento alguno los elementos primordiales de las cosas[…] Aunque allí estaban los elementos de la tierra, del mar y del aire, la tierra carecía de firmeza, el mar de fluidez y el aire de luz y brillo. Ninguno de ellos tenía forma definida y cada uno interfería estorbando el desarrollo de los demás. En una única mezcolanza agitábanse el frío y el calor, lo húmedo y lo seco, lo muelle y lo duro, lo ligero y lo pesado.

Publio Ovidio Nasón, Las Metamorfosis, México, Editorial Porrúa,  2006. pp 3.

martes, 10 de noviembre de 2009

Un tal Rubem.

Rubem Fonseca

Confieso que antes de mi clase de Teoría Literaria del lunes no tenía la más remota idea de quién es Rubem Fonseca. Ahora tampoco. Además de algunos datos curiosos revelados por mi profesora, como que es un escritor brasileño que trabajó algunos años en la policía judicial de Río de Janeiro, no le sé nada. Por eso voy a bien aprovechar que mañana mi facultad no abre por aquello del Paro Nacional de Labores…y voy a ponerme a leer: Para conocer a Rubem. Una propuesta que parece ser cínica, detectivesca, oscura y sobre todo, diferente.

Yo les iré contando qué me ha parecido.

Un link por si a alguien se le antojó.

http://www.scribd.com/doc/15589412/Rubem-Fonseca-Los-Mejores-Relatos-Doc

Los Dzules…

“[…]No fue así lo que hicieron los Dzules cuando llegaron aquí. Ellos enseñaron el miedo; vinieron a marchitar las flores. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron la flor de los otros. […]

No había alto conocimiento, no había sagrado lenguaje, no había divina enseñanza en los sustitutos de los dioses que llegaron aquí ¡Castrar a l Sol! Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros. […]”

Libro de Chilam Balam de Chumayel, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008. pp 23.

Dzules: españoles.

martes, 3 de noviembre de 2009

El día que murió Alejandro Magno.

Si hubiera podido elegir, el Sol no habría salido ese día. Sin embargo, la Madre Naturaleza lo obligó.

Fragmento parafraseado del capítulo que relata el día de la muerte de Alejandro Magno a manos de traidores en el libro de Alexandre (Texto medievalizado de su vida, entre otras muchas cosas).

Un libro libre.

Las chicas y yo buscábamos agua caliente para el mate. Nos encontramos con un grupo de muchachines. A algunos de ellos los había conocido hace unos días mientras tomaba una asesoría para mi trabajo final (Una cosa de ámbito cortazariano que si tiene éxito, con gusto subiré).

Y se hizo entonces la charla mientras nos recargábamos en la pared en frente de la ofrenda de Día de Muertos para los estudiantes asesinados en el campamento de las FARC en la frontera ecuatoriana-colombiana.

De pronto, sin más ni más, como luego suceden las cosas maravillosas de la vida, Alejandra, una de las chicas que había conocido en la semana, sacó cautelosamente algo. Es un Libro Libre. La exclamación “ohh” cual marcianito de Toy Story se hizo presente. Aunque el título nos sonó prometedor, creo que nadie entendió exactamente a qué se refería, por lo que nos explicó que el libro que tenía en sus manos lo había hallado en algún baño o pasillo medio solitario (no recuerdo con certeza dónde) y poseía toda una serie de instrucciones que señalaban que ese era un Libro Libre y que como tal, debía ser tratado con respeto. Cuando concluyera la afable lectura, la labor proseguía en dejarlo en algún otro lugar público para que otra persona lo leyera. Porque la lectura, es de todos.

Podría aseverar que fue de lo mejor que escuchamos ese día.

P.D. Sebastián me ha hecho el favor de facilitarme la siguiente página:

http://www.libroslibres.com.mx/

Voluntad.

Un día, sólo fue uno, pero estuvimos bien vestidos.

Lo importante aquí es que ni siquiera nos vimos obligados por algún cumpleaños o festividad. Fue prácticamente voluntario.

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Ya que estamos en “época de lluvias”.

Aplastamiento de las gotas/ Julio Cortázar

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

    Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Será?

Ocurre que la realidad/Jaime Sabines

Ocurre que la realidad es superior a los sueños. En vez
de pedir "déjame soñar", se debería decir: "déjame mirar".

Juega uno a vivir.

La necedad de ser uno mismo…

El Necio/Silvio Rodríguez

Para no hacer de mi ícono pedazos,
para salvarme entre únicos e impares,
para cederme un lugar en su Parnaso,
para darme un rinconcito en sus altares.
me vienen a convidar a arrepentirme,
me vienen a convidar a que no pierda,
mi vienen a convidar a indefinirme,
me vienen a convidar a tanta mierda.

Yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
Allá Dios, que será divino.
Yo me muero como viví.

Yo quiero seguir jugando a lo perdido,
yo quiero ser a la zurda más que diestro,
yo quiero hacer un congreso del unido,
yo quiero rezar a fondo un hijonuestro.
Dirán que pasó de moda la locura,
dirán que la gente es mala y no merece,
más yo seguiré soñando travesuras
(acaso multiplicar panes y peces).

Yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
Allá Dios, que será divino.
Yo me muero como viví.

Dicen que me arrastrarán por sobre rocas
cuando la Revolución se venga abajo,
que machacarán mis manos y mi boca,
que me arrancarán los ojos y el badajo.
Será que la necedad parió conmigo,
la necedad de lo que hoy resulta necio:
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio.

Yo no sé lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
Allá Dios, que será divino.
Yo me muero como viví.

La melancolía, Quique (Con un tigre blanco siberiano) y Lolita.

Hay días en que nos envuelve la melancolía. Pero no debemos confundirnos, hay dos tipos de melancolía: la que te da la más deliciosa oportunidad de sacar toda una serie de pensamientos y plasmarnos en algún escrito o la que te deja total y completamente estúpido, la que no te permite pensar y simplemente te abruma.
Hoy, nos encontramos en la segunda.
Mi amigo Quique me sugiera vía msn:

Denisse dice:
si, escribiré en el blog
sólo que no sé de qué escribir
vicius thel winchester argentumsword dice:
mmmm inspirate en algo creativo...
mmm no se... un jugo de calcetin o erm... en un cafe que este azul!
y te pones a escribir lo que se te ocurra de eso XD
yo lo hice una vez y quedo bieeeeeen random mi escrito pero fue divertido hacerlo XD
Denisse dice:
jeje
tal vez escriba de un calcetín o un café que esté azul
te molesta estar citado en mi blog?
vicius thel winchester argentumsword dice:
neeel
es mas... perame
te paso mi escrito del tigre blanco que mueve la cabeza XD
ojala te anime

Y entonces, ahora que me lo pase y lo lea, colocaré el escrito del tigre blanco que mueve la cabeza, que aún no sé si me animó.
http://www.lastfm.es/user/vicius_thel/journal/2009/01/31/2g2bk7_tigre_blanco_que_mueve_la_cabeza
(Me hizo sentir mejor, ¡gracias Quique!)

Hace una media hora terminé de ver Lolita del buen Stanley. Me gustó bastante. Creo que lo que más admiré, es la sutileza con la que se aborda un tema tan delicado. Sin una sola escena de sexo, nos envuelve en el más grande de los erotismos y aquí es cuando me pregunté si estoy algo tocada: ¿Es normal sentir una afinidad con el protagonista y desear que él y Lolita tengan algo? Supongo que dados ciertos cánones, debería resultarme repugnante una pederastia o cualquiera de ellas. Pero estoy casi convencida de que mi sensación se debe en gran parte a que eso es precisamente lo que Kubrick quiere lograr: Que los espectadores se sientan tan “identificados” con Humbert que incluso se pase por alto su obsesión por una niña. Es tan hermosamente “inocente”, que ¿Quién no se sentiría atraído? Algo así tal vez…

Lolita

En fin, seguiré leyendo Sabines y bajando Chopin. Si encuentro algo que me guste (que seguramente encontraré), se los haré saber.

jueves, 29 de octubre de 2009

Cortometrajes...

Ya que estamos enmuertados, les dejo los cortometrajes:

Sin sostén (1997-8) dirigido por Antonio Urrutia y René Castillo.



Y Hasta los huesos (2001), dirigido por René Castillo y musicalizado por Café Tacvba y Eugenia León (La Catrina).



Se entienden mejor si se ven en ese orden.

Fragmento de Quevedo...

Desde la torre.

Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos [...]

Francisco de Quevedo

Un Día de Muertos al puro estilo de Poe...

Ayer, miércoles 28 de Octubre, la Ciudad Universitaria de la UNAM se vistió de negro para recibir el Día de Muertos y en esta ocasión, tras 200 años de su nacimiento, Edgar Allan Poe (1809-1849) y toda la literatura tenebrosa que éste conlleva, es el eje temático.

Es el primer año que voy y se los recomiendo ampliamente. Desde que traspases la escalera principal, te irás convirtiendo poco a poco en uno de ellos: abajo, todo es muerte y sonrisas. Ofrendas de cualquier tipo y que, quesquebrajan los confines de la imaginación te esperan. Los olores y figuras inframundanas, conjugadas con gatos negros, corazones delatores, cuervos y demás ingredientes Poeinos aguardan tu mirada para cobrar...¿Muerte? ¡Toda una experiencia!

Además, de lo divertido, es muy importante puntualizar la revalorización de algunas de las festividades mexicanas que se ven "en peligro de extinción" por otras extranjeras que se quieren comer a las nuestras.

lunes, 26 de octubre de 2009

¿Qué putas puedo?

Tal vez la mejor manera de comenzar esto, es diciendo:

¿Qué putas puedo?
Jaime Sabines

¿Qué putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿Qué puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿Qué puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿Qué puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿Qué, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿Qué putas puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?